7 de mayo de 2014

STANLEY KUBRICK FUE MI AMIGO, TAMBIÉN.


The New Yorker , 2 de agosto de 1999. Traducción del inglés por Raúl Lino Villanueva.




por Alex Ross

The New Yorker , 2 de agosto de 1999.

Hace unos años, a eso de las dos de la mañana, sonó el teléfono y una voz dijo: "¿Acepta una llamada por cobrar de Stanley Kubrick?" Stanley siempre fue un bastardo tacaño. "No" dije, irritado por lo avanzado de la hora de la llamada. Pronto me arrepentí de mi negativa, sin embargo, y  marqué *69. Me encontré en la línea telefónica con el autor de "2001" y "Full Metal Jacket". Nosotros a menudo nos reíamos después del hecho de que yo había penetrado las defensas de tan famoso solitario con un dispositivo tan simple como marcar *69. Era una laguna jurídica que sus especialistas en seguridad  de alguna manera habían pasado por alto. El problema se abordó de forma rápida, y la próxima persona que trató de marcar  *69  fue electrocutado.

Stanley y yo hablamos durante treinta y seis horas. Tocamos todos los temas bajo el sol: Santo Tomás de Aquino, puentes colgantes, "Missa Solemnis" de Beethoven, crianza de pollos, "The Dukes of Hazzard". Stanley era un gran fan de "The Dukes of Hazzard", y había visto "¿Dónde están ahora?", un artículo yo había escrito sobre la serie en la revista TV Guide. Quería saber lo que pensaba de John Schneider, quien había interpretado a Bo Duke. "Estoy pensando en hacer una película sobre Hitler", me dijo Stanley, "y creo que Bo Duke podría ser perfecto para ella".

"¿El papel de Hitler?", pregunté, dubitativo. "No, no, no", dijo, con esa aspereza reservada para aquellos un poco menos brillantes que él. "El papel del Soldado No. 112, en la Batalla de las Ardenas"…"¿Es un papel con texto?", le pregunté. "No, él se ocultará todo el tiempo detrás de un terraplén de nieve", replicó Stanley. Le dije que pensaba que John Schneider sería perfecto para el papel, y pronto me encontré en un avión con destino a Londres.




Cuando llegué a la mansión de Stanley, una cena deliciosa estaba en marcha. Stanley era tomado como ser un recluso, pero a menudo ofrecía las más deliciosas cenas. Estuvieron presentes en ésta, si recuerdo bien, John Le Carré, Terrence Malick , JD Salinger, Kay Thompson, Syd Barrett, Doris Duke, Martin Bormann, y aquel hombre que saltó de un avión con una gran cantidad de dinero en los años setenta. Todo el mundo la pasaba maravillosamente, y Stanley se encontraba en el centro de todo. Stanley fue ampliamente considerado como un frío geométrico tirano del cine, pero en realidad era una "persona de la gente", y casi le provocó a Doris Duke una convulsión por “abofetearla” con todo cariño en la espalda. Contaba historias, chistes, hizo trucos de cartas, y, en un momento, se levantó de la mesa y cantó "Puff the Magic Dragon" y "We Shall Overcome". Cuando fui a la cama, todavía estaba llevando a cabo cosas, tratando de organizar una partida de medianoche de Kick the Can.

Stanley me dio algunos libros para leer en el camino de regreso a casa: de Hugo von Hofmannsthal "Der Turm"; de Walter Scott "Conde Robert de París"; cuatro volúmenes de la biografía de Stanhope William Pitt el Joven; "La historia de Maryland de la época más temprana hasta la actualidad" de JT Scharf; "Eye on Cavet " de Dick Cavett, y de John Grisham, "The Firm". "Hay una película en uno de estos libros", me dijo Stanley. "¿Cuál?", Le pregunté. "No lo sé, no soy como si fuera alguien que todo lo ve, que todo lo sabe, como un frío geométrico tirano del cine" Stanley replicó, con una sabia e irónica risa de complicidad. Hizo una pausa, con el experto ritmo cómico de un judío de Nueva York, y luego dijo: "Creo que dejaste una manzana en el mostrador de tu cocina". Cuando llegué a casa, me di cuenta de que había hecho exactamente eso. Leí todos los libros y llamé a Stanley. "Me gustó "The Firm",” le dije, "pero creo que ya hicieron una película"… "Yo sé- yo sé- yo sé ", dijo. "Pero yo podría hacer un mejor trabajo. Voy a filmarlo con cámaras IMAX en luz natural".




Me mudé a Londres para comenzar a trabajar en el guión de "John Grisham's The Firm de Stanley Kubrick", ya que tuvimos que llamarlo así por razones legales. Stanley siempre tuvo problemas con los actores, y tenía la idea de filmar la película en su totalidad con sus gatos y perros favoritos. Luché poderosamente con las limitaciones que este plan pondría en mi estilo. Cada página del guión tuvo que ser sometida a su gato favorito, Ophuls, quien no estaba muy interesado en el material. El proyecto se desarrolló gradual y lentamente. Aun así, yo atesoro el recuerdo de mi colaboración con Stanley, especialmente los momentos más ligeros: el momento que recitamos pi antes diez mil asientos, por ejemplo. La cuestión de la indemnización, sin embargo, siempre causó cierta angustia a mí y mi agente. Resultó que al final yo le estaba a pagando Stanley, a razón de tres dólares la hora. Le reclamé a Stanley, y me dijo: "Eso es por debajo del salario mínimo". Así que le pagué más.


El día que Stanley murió, mi portero me dijo: "¿Sabe una cosa divertida acerca del director que murió hoy? Hace un par de años recibí una llamada de alguien que decía ser él, diciendo que me pagaría mil dólares si iba y ponía una manzana en su cocina. Por supuesto que lo hice. Nunca recibí el dinero". Bastardo tacaño. Pero un genio. Amén ​​.