Tomado del artículo Le Grand Atelier, publicado en Les Inrockuptibles Hors Serie. Kubrick: L’Odyssee d’un Solitaire. 1999. Por Fréderic Bonnaud. Entrevistas por Fréderic Bonnaud y JD Beauvallet. Traducción del francés por Raúl Lino Villanueva.
Con el fin de descifrar los
famosos métodos de trabajo de Stanley Kubrick, desenmarañar leyenda y realidad,
nos encontramos en Londres con tres de sus más cercanos y antiguos colaboradores: Leon Vitali, Jan
Harlan y Julian Senior. Un gran avance en el sistema Kubrick para dibujar un
retrato del genio artesano a la antigua, pedagogo incansable de meticulosidad
más empírica que fría, gran comunicador curioso de todo. Y gran devoto y amigo
de los animales.
Sobre todos esos puntos litigiosos, el testimonio de Julian Senior es de una abundante claridad. Director de publicidad, de marketing y de relaciones con la prensa de la Warner con toda Europa. Habla claro, franco y divertido. Gran contador de historias, su repertorio de historias con y sobre Kubrick parece interminable. Si se permite a veces ser irreverente con Kubrick, no oculta su poca admiración por The Shining (A Shelley Duval la hubiera agarrado a batazos de béisbol desde el primer carrete…) y encuentra insoportable la voz de Ryan O’Neal en Barry Lyndon, habla de Kubrick sin nunca hastiarse, muy seguido con lágrimas en los ojos. “Su contrato con la Warner era de hacer una película con clasificación R, apta para todo público, con control parental para adolescentes. Pero él no sabía cómo las personas de la comisión iban a reaccionar. Vieron la película diez días después de la muerte de Stanley y declaran que, según la ley estadounidense, toda relación sexual mostrada en pantalla conlleva una prohibición automática a menores de 17 años (NC -17). Stanley decía que si ciertas escenas tenían problemas de censura, él agregaría tapaderas numéricas. Se hizo después de su muerte.”
Sobre todos esos puntos litigiosos, el testimonio de Julian Senior es de una abundante claridad. Director de publicidad, de marketing y de relaciones con la prensa de la Warner con toda Europa. Habla claro, franco y divertido. Gran contador de historias, su repertorio de historias con y sobre Kubrick parece interminable. Si se permite a veces ser irreverente con Kubrick, no oculta su poca admiración por The Shining (A Shelley Duval la hubiera agarrado a batazos de béisbol desde el primer carrete…) y encuentra insoportable la voz de Ryan O’Neal en Barry Lyndon, habla de Kubrick sin nunca hastiarse, muy seguido con lágrimas en los ojos. “Su contrato con la Warner era de hacer una película con clasificación R, apta para todo público, con control parental para adolescentes. Pero él no sabía cómo las personas de la comisión iban a reaccionar. Vieron la película diez días después de la muerte de Stanley y declaran que, según la ley estadounidense, toda relación sexual mostrada en pantalla conlleva una prohibición automática a menores de 17 años (NC -17). Stanley decía que si ciertas escenas tenían problemas de censura, él agregaría tapaderas numéricas. Se hizo después de su muerte.”
Corresponsal de prensa practicante en 2001, Julian Senior
conoció a Kubrick en 1968. Me dijo inmediatamente: “Voy a expandir tu
horizonte. Podrás ver más lejos” En 1969
cuando llevó A Clockwork Orange a la Warner, yo ingresé a la Warner al mismo tiempo. No era una
compañía americana como las otras. Había firmado a Martin Scorsese por Mean
Streets, Terence Malick por Badlands, Clint Eastwood. Era una compañía diferente
y yo quería ser parte. Stanley le daba su confianza a todo a priori. Si trabajó
conmigo, es, pienso yo, porque se dio cuenta que trabajar con una grande
compañía, era como tratar con un dinosaurio., Un gran cuerpo, muy poderoso,
pero con pequeño cerebro.
No hablaba con los directores de la compañía, pero
llamaba a la responsable de desarrollo en Hong Kong por ejemplo. Igual que
llamaba él mismo a los productores
japoneses. Porque como en cualquier sociedad estructurada, cuando las órdenes
son transmitidas y que llegan al final de una larga cadena de intermediarios,
son completamente deformadas. El gran placer de Kubrick era trabajar como un
cineasta independiente al interior de una gran compañía.
Kubrick
era como un profesor. Si yo no comprendía algo, se tomaba una hora para
explicármelo. Como el hecho de que el sonido esté adelantado en 20 imágenes. La
proyección se hace aquí y la cabeza de lectura está allá. Hay entonces 20
imágenes de distancia entre ambas. Entonces todas las películas de Kubrick
tienen un bip de sincronización que le permite al proyeccionista saber que hay
precisamente 20 imágenes entre la imagen y el sonido. Es por eso que éste
hombre era un genio: hacía lo mismo para cualquier otra cosa ínfima.
to be continuará....