Denis
Barbier, Positif, número 238, París, enero 1981.
Trabajamos
juntos durante tres meses. Fue en 1978, creo. Kubrick vive en una casa en las
afueras de Londres. Pese a que prefiere que sus colaboradores vivan cerca de
él, en su casa, alquilé un departamento en Londres; me iba mejor. Cada día,
hacia las dos, un coche venía a buscarme y me conducía a su casa, a cuarenta
minutos de allí; pasábamos el resto de la tarde trabajando juntos. Tiene una
gran sala de trabajo, una especie de salón con grandes mesas y teléfonos. Nos
sentábamos a la misma mesa y... hablábamos. Primero elaborábamos, cada uno por
separado, borradores; después los comparábamos, discutíamos para saber por qué
habíamos rechazado o conservado tal escena; entonces hacíamos otro borrador y
así, hasta tres o cuatro consecutivos. Después yo me quedaba en casa una semana
más o menos para añadir algunas escenas; volvíamos a discutir y finalmente nos
decidíamos.
(...)
Trabajábamos por separado en el libro; cuando hacíamos nuestros borradores,
decidíamos cada uno por nuestra cuenta lo que se conservaba o rechazaba para el
guión. Para mí, muchos acontecimientos eran completamente externos a la
historia. Kubrick también descubría algunos, y lo que quedaba, era el nudo
narrativo fundamental.
Los cambios que hicimos no fueron muy importantes. Quizá excepto en el
montaje, donde Kubrick cortó algunas escenas del principio que habíamos
decidido conservar, escenas de la vida doméstica, con la familia descubriendo
el hotel... O también los insectos, las abejas (creo que había abejas en el
libro) y pequeños trucos como ésos, para asustar, fueron sacrificados.
(...)Aquello que interesaba a Kubrick era
asustar a la gente actuando simplemente sobre el espíritu, sobre las emociones
que despierta el grupo familiar.
(...)
Yo tenía personalmente varios ejemplares del libro, que cortaba en trozos y
repartía en diversos sobres: el sobre de Danny, el sobre de Jack, etc. Stanley
tenía su propio método, que consiste en recorrer el conjunto del texto en todos
los sentidos tomando notas. De hecho, no tenía ninguna idea precisa a priori,
su método era a la vez más interesante y más respetuoso.
(...)
Entre nosotros, The Shining no forma parte de la gran literatura. Da
miedo, es eficaz y funciona, sin más; no es muy bueno. Pero precisamente es
interesante ver cómo un libro bastante malo puede ser también muy eficaz. Lo
que es evidente es que la idea, el argumento, es muy bueno. De hecho, Stephen
King posee una extraña capacidad para obtener este tipo de efecto, provocar el miedo
en el lector. Piensa probablemente que es mejor escritor de lo que en realidad
es; The Shining es un libro bastante pretencioso... Pero también es
cierto que se tienen menos escrúpulos al cortarlo en pedazos, una es consciente
de que no se está destruyendo una gran obra de arte.
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