21 de enero de 2009

SHELLEY DUVALL, Actriz.

*Esta entrevista fue tomada del libro KUBRICK, de Michel Ciment, Ediciones Calmann-Lévy, octubre 2001, página 299. Edición original en francés. Traducido por Raúl Lino Villanueva.


París, 11 de diciembre de 1981.

Michel Ciment:
Es lógico que Kubrick, viendo Three Women, la haya convocado para The Shining en donde la psicología juega también un papel importante
Shelley Duvall:
Y también por que yo lloré bien al final de la película. Es lo que me dijo, y se preguntaba cómo lo había logrado. El primer día de rodaje, la primera pregunta que me hizo fue: “¿Que haría Robert Altman?” Sabe, Kubrick tiene mucho humor, un humor bastante agudo. Es muy divertido, como Bob, pero mas sardónico. Un día me dijo: “Es quizá la realidad, pero ¿es interesante?” No toda la realidad es interesante. Es una lección que aprendí de él. Y muchas otras cosas mas. Me hizo la vida dura, pero amplió mas mi registro de actriz; puedo ir mas fácilmente de un extremo al otro y puedo en adelante interpretar personajes extravertidos.

¿Tuvo mucho trabajo preparatorio con Kubrick?
Leí el libro, y luego el guión. Llegué a Londres en marzo para encontrar un lugar donde vivir. Es el 24 de mayo de 1977 que, en el festival de Cannes, me enteré que iba a trabajar en esta película. Y pasó un año antes del comienzo del rodaje, el 2 de mayo de 1978. Fue muy frustrante, tanto así que estaba más que preparada. Debí por tanto ser paciente, ya que ignoraba que tenía un año de rodaje en perspectiva mientras que al comienzo fueron previstas dieciséis semanas. Kubrick, a mi gran sorpresa, nos dio mucha libertad, a mí y a Jack Nicholson, en nuestro trabajo. Se tomó tiempo también para enseñarme muchas cosas sobre el manejo de la cámara, de los lentes, en particular el 18mm, que prefería a todos los demás para esta película por que nos deformaba los rostros y nos mostraba muy feos, pero valorizaba los muebles. Le suplicábamos en vano que utilizara el 50mm o el 70mm. Él se resistía por que quería que pareciéramos huraños – y seguramente lo logró! Jack debía estar siempre colérico, yo histérica. En cuanto a Stanley, él era muy serio. Seguramente no éramos muy divertidos para frecuentar. Durante los últimos tres meses, entre tomas, Stanley y yo jugábamos ajedrez. Se ponía él mismo obstáculos, me regalaba su reina…y ganaba siempre, el cabrón!


Él cortó la última escena de la película algunos días antes de su programación.
Creo que se equivocó, ya que esta escena explica ciertas cosas que quedan oscuras para el público, como la importancia de la pelota amarilla y el papel del director del hotel en la intriga. Wendy estaba en el hospital con su hijo. El director los visitaba, se disculpaba por lo ocurrido y les proponía vivir en su casa. Ella no respondía ni si ni no. Luego él caminaba por el hall del hotel, pasaba delante de Danny, que jugaba en el suelo con juguetes. Ya cerca de la salida, se paraba y decía: “Me olvidaba, tengo algo para ti.” Y sacaba de su bolsillo la pelota amarilla que las gemelas le habían lanzado a Danny. Rebotaba dos veces (rodamos todo un día para que el rebote sea correcto!), Danny la atrapaba, la miraba, y levantaba los ojos con estupefacción hacia el director del hotel y se daba cuenta que durante toda la historia él estaba al corriente del misterio del lugar. Había un lado hitchcockniano en este final y UD. sabe que a Kubrick le gustaba mucho Hitchcock.

¿Cómo fue rodada la escena de la escalera en donde UD. golpea a Nicholson con un bate de béisbol?
Tomó tres semanas, y a cada toma la rodábamos enteramente – quiere decir, cerca de dieciséis minutos. Fue agotador. Había tantas ocasiones para Kubrick de ser perfeccionista! Su obsesión del encuadre exacto y la utilización de la Steadycam, la precisión de nuestra actuación, la iluminación, el espesor del humo. Todo estaba coreografiado, y debíamos de estar en nuestras marcas al centímetro. Cuando discutimos de la escena, nuestra referencia era Rashomon; debía de ser como un ballet. Pero cuando actúa la histeria, hace falta perder un poco el control de uno mismo. Ahora bien, yo debía estar muy atenta, muy meticulosa, lo que hacía la escena aún mas difícil de interpretar. También debía interpretar la felicidad, el gozo de haber triunfado sobre mi agresor, y de pronto darme cuenta que era a mi marido a quien había derrotado.

Esta escena tuvo que rodarse 50 veces!

Vuestro personaje se parecía en un sentido al de Three Women, atolondrada, materialista.
Si pero Wendy debía ser la mas banal de las amas de casa, y eso no me entusiasmaba para interpretar el rol. Me preguntaba por que Kubrick me había convocado para recomenzar lo que ya había logrado una vez. Para el público, por supuesto, el resultado es diferente, por que las dos películas son diferentes. Pero para mí, como artista, era una experiencia del mismo orden, era como si, pintora, me hubieran pedido pintar por segunda vez un cuadro idéntico. Pero no me arrepiento de ninguna manera la experiencia de The Shining. Kubrick tomó un libro de serie B y lo transformó en un gran thriller psicológico de categoría A. Es un logro fantástico. Y como el me decía: “Nada grandioso ha sido logrado sin sufrimiento”.” Y es verdad.

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