24 de diciembre de 2008

GRIFFITH Y LAS ALAS DE LA FORTUNA

*Discurso de recepción del premio D.W. Griffith otorgado por la Director’s Guild y grabada en video por Stanley Kubrick (Boletín de la Director’s Guild of América, vol. 22 nº 2 mayo-junio 1997) Traducido del inglés por Eithne O’Neil y del francés por Raúl Lino Villanueva. Revista POSITIF Nº 464, octubre 1999.


Buenas noches! Lamento no poder estar entre ustedes para recibir el premio D.W. Griffith que me honra tanto, pero me encuentro en Londres rodando Eyes Wide Shut con Tom Cruise y Nicole Kidman y es probable que me encuentre en estos momentos en mi auto camino al estudio.
Ahora bien, esto me hace recordar una conversación que tuve con Steven Spielberg acerca de cual era la cosa mas difícil, lo que representaba el mas grande desafío cuando se trata de realizar una película. Creo que Steven encontró la respuesta justa. Dijo que el desafío mas duro de un rodaje era el momento donde uno baja de su auto. Estoy seguro que todos ustedes han pasado por eso.
Sin embargo, aquellos que han tenido el privilegio de rodar una película saben bien, aún si la experiencia puede compararse a una tentativa de escribir Guerra y Paz en una máquina de escribir en medio de un parque de diversiones, que la convicción de haber al fin terminado es una felicidad proporcionada por muy pocas otras cosas en la vida.
En mi opinión, el hecho de haber dado el nombre a este premio por la obra de toda una vida el nombre de D.W. Griffith, se acompaña de una curiosa ironía. Ya que su carrera fue a la vez una creación inspirada y un relato rico en enseñanza. Sus mejores películas han sido siempre clasificadas entre las mas importantes jamás realizadas. Algunas lo beneficiaron con mucho dinero. Él ha contribuido largamente a hacer de una novedad popular una verdadera forma de arte. Fue él quien inventó y desarrolló una parte considerable de la sintaxis fílmica que nos parece ahora tan evidente de por sí sola.
Adquirió un renombre internacional y entre sus mecenas se encontraban numerosos grandes artistas y hombres de estado de su época. Pero, bien que en el dominio de los negocios y aquellos que concernían sus proyectos cinematográficos, Griffith no dudaba en tomar enormes riesgos. Estaba siempre listo a volar muy alto. Al final, entonces, las alas de la fortuna, se han revelado para él, como para Icarus, poco sustanciales, estando hechas sólo de plumas y de cera. A la manera de aquellas de Icarus, aventurándose muy cerca del sol, estas se derritieron. Y el hombre cuya gloria sobrepasaba a aquellas de los mas ilustres cineastas de hoy en día pasó los últimos diecisiete años golpeado de ostracismo por la industria que él mismo creó.
He comparado la carrera de Griffith al mito de Icarus, pero al mismo tiempo nunca estuve seguro de la moral de la historia de Icarus. ¿Hace falta comprender, como se hace comúnmente, “No vueles muy alto”? O debemos interpretarla como: “Olvida las plumas y le cera: intenta perfeccionar las alas”.
Sin embargo, una cosa es cierta, D.W. Griffith nos ha legado una obra apasionante. El premio que porta su nombre es uno de los mas grandes honores que un cineasta puede recibir. Les agradezco a todos, humildemente, calurosamente.

1 comentario:

viagra dijo...

Bueno creo q tuvo algo mas importante que hacer que recibir un premio.
Haces tu lo mas importante ?